El cambio climático

Cambio_ClimaticoQue no se diga, que aquí solo nos ocupamos de «Frikadas», vamos a terminar el año con un poco de conciencia social, puesto que las noticias que leo cada vez más preocupantes al respecto, no parecen traer nada bueno.

Las emisiones de CO2, ese verdugo silencioso parte de dos emisores principalmente, la industrialización global, y los incendios. Por este último motivo hay titulares alarmantes, no solo por la emisión que provocan sino, por la propia destrucción, ya que por ejemplo en Indonesia lleva 120.000 incendios en 2015. Echo que se repite cada año por todo el globo.

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La foto superior, tomada por satélites climáticos, refleja sólo una parte de lo que está pasando en Indonesia este año: un país de más de 250 millones de habitantes está ardiendo. En lo que va de año, se han detectado casi 120.000 incendios. Una catástrofe climática en la que han muerto al menos 19 personas y medio millón más han necesitado tratamiento médico.

Que casi todos los días de septiembre y octubre ha emitido más CO2 a la atmósfera que Estados Unidos, según el World Resource Institute. El país ya es el cuarto mayor contaminante de este gas. Más que Alemania o Rusia. Los estados vecinos de Singapur y Malasia se han visto obligados a cerrar escuelas y cancelar vuelos. Y, sin embargo, apenas se habla de la situación.
¿Cómo es posible que haya casi 120.000 incendios en un año? Y lo peor ¿Porque esto se repite casi por igual, año tras año?

Como mencionaba George Monbiot en The Guardian, todo esto ha pasado mientras hablábamos de si las salchichas son malas para tu salud.

Los incendios se producen de múltiples maneras, pero casi todos con un elemento en común: Indonesia arde para dejar la tierra libre para varios monocultivos, especialmente el de aceite de palma, cada vez más demandado en Occidente como ingrediente culinario o materia prima para biodiésel. Tanto en el caso de los fuegos legales (cada agricultor tiene permiso nominal del gobierno para quemar hasta dos hectáreas) como en el de los ilegales, el fuego descontrolado termina arrasando enormes extensiones de terreno.

Y eso sin hablar de la fauna: los orangutanes y los tigres de Sumatra del país están casi extintos debido a los incendios anuales.

Por otro lado, la segunda razón de las altísimas emisiones de CO2 de los últimos 260 años son solo un puñado de países, pero lo sufre toda la población mundial. Históricamente, el grueso de las emisiones de CO2 corresponde a una diminuta porción de la población mundial. Países que se industrializaron con rapidez y que, desde entonces, cimentaron su economía sobre la quema de combustibles fósiles. Fue la tónica dominante durante casi dos siglos, hasta la incorporación tardía a la carrera contaminante de gigantes como China o la India. Aun así, muy pocos nombres.

Un buen modo de señalar a los culpables del calentamiento global es echando un vistazo al mapa interactivo histórico creado por la economista francesa Aurélien Saussay. Su mecanismo es simple: desplazándonos a través de la barra inferior, podemos observar cuánto CO2 emitió cada país en cualquier año comprendido entre 1750 y 2010. A más contaminación, más puntos brillantes se despliegan sobre su superficie. Podemos seleccionar cada país y ver datos particulares, como el volumen de emisiones per cápita o qué porcentaje del total mundial representa en el lienzo de la polución global.

Algunos datos interesantes, pese a ser ampliamente conocidos: Inglaterra y Estados Unidos se llevan la palma. Los primeros son los padres fundadores de la Revolución Industrial, y los segundos, pese a llegar algo más tarde, fueron la primera gran potencia industrial mundial a gran escala. En 1890, Estados Unidos sobrepasaba los índices de contaminación de Inglaterra, según los datos recopilados por Saussay. Entre tanto, otros alegres amigos europeos, Francia y Alemania a la cabeza, les acompañaban.

¿Qué sucedía en el resto del mundo? Esencialmente poco. Ni siquiera otros países europeos, como España, Italia, los balcánicos o incluso los escandinavos tenían gran protagonismo. Su industrialización llegaría más tarde, y a menor escala. Bélgica sí se encontraba entre las punteras, y antiguas regiones de ya extintos imperios convertidas hoy en estados-nación, como Polonia o República Checa, cuyas ricas minas potenciaron su industrialización a finales del siglo XIX.

Durante el primer siglo de industrialización mundial, la responsabilidad casi total de la contaminación recayó sobre Gran Bretaña. En 1840, casi cien años después de la cifra de partida escogida por Saussay, el país representaba el 67% de las emisiones globales (y un alto coste para su salud). Para 1900 el mundo era otro: los países europeos habían actualizado su economía, y Estados Unidos ya desbordaba a todos los demás acaparando el 36% de las emisiones de CO2 totales, por encima del 20% de Reino Unido.

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1815. Al mismo tiempo que el reinado de Napoleón llegaba a su fin, Inglaterra acaparaba todas las emisiones de CO2 mundiales.

Cien años después, Alemania, Bélgica y Francia se han unido a Inglaterra en el continente Europeo. También hay destellos en algunos países de Europa del Este. A las puertas de la Primera Guerra Mundial, España emitía poco.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, Alemania había ascendido a la segunda posición. Caería, claro. El siglo XX observa el ascenso de la Rusia soviética y del Estados Unidos hegemónico, además del tímido crecimiento de China. Pese a contar con una población abrumadoramente grande, el país asiático contaminaba poco a la altura de 1960. Su auge llegaría tras la década de los ochenta hasta nuestros días. Entre tanto, el resto del mundo, según el mapa, vive en una oscuridad cada vez menos opaca: pequeños destellos surgen de Nigeria y otros países subdesarrollados. Comienza el reino del automóvil.

Desde entonces y hasta 2010, el mapa no hace sino iluminarse. Lo hace de una forma muy parecida a las imágenes que la NASA recrea del planeta cuando es de noche. Las fábricas ya no son tan importantes. A cambio, lo son los coches y los transportes que se basan en combustibles fósiles. China, la India y Estados Unidos siguen siendo los más contaminantes en términos totales, pero eso sólo cuenta una parte de la historia. Es también interesante fijarse en lo que emite cada país per cápita.

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Esto era Asia en 1880: un erial de emisiones. Y un siglo después, China, India, Japón y Corea del Sur son o van camino de ser, en función del país, auténticas potencias industriales. Sus emisiones les delatan.

Ahí el efecto de China y de la India, y su relativa gran responsabilidad, se difumina. Estados Unidos, Australia, Canadá o ¡Noruega! contaminan mucho más por habitante que cualquier otra potencia en vías de desarrollo. De nuevo, somos los países occidentales, Europa y Estados Unidos a la cabeza, los que somos responsables en mayor medida del futuro del clima del planeta. Aunque sólo sea por el evidente balance histórico de culpabilidades, China y la India sólo son una pequeña parte de la historia de este desastre.

Como recuerdan en CityLab, es por ello por lo que las potencias occidentales se negaron a incluir referencia alguna a las responsabilidades históricas en la Cumbre de París. Pese a que sean tan evidentes en un sólo mapa.

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La costa este de Estados Unidos en 1836. Su industrialización a lo largo del siglo XIX no fue tan prominente como la inglesa. Hasta finales de siglo, no superaría a su antigua metrópoli en términos de emisiones netas.

Y no puedo cerrar esta entrada sin remarcar las consecuencias de las emisiones mencionadas, porque así quedarán las ciudades costeras del mundo si las temperaturas siguen subiendo como hasta ahora.

París acogerá en diciembre la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático, en la que la comunidad internacional debatirá medidas para combatir el calentamiento global. Entre otros objetivos, la comunidad científica exige y reclama que se llegue a un compromiso efectivo para reducir el progresivo ascenso de las temperaturas mundiales a 2º C en el corto plazo. De lo contrario, las consecuencias están lejos de ser impredecibles. Y traducidas a imágenes, son dramáticas.

Con motivo de la conferencia, Climate Central, una organización norteamericana formada por divulgadores y científicos de distinta índole, ha difundido una serie de imágenes y montajes en los que muestra los resultados del progresivo calentamiento global. Así, las ciudades costeras de todo el mundo quedarían inundadas parcialmente incluso si la XXI Conferencia acordara reducir las emisiones contaminantes y frenar el progresivo aumento de las temperaturas.

En ellas observamos cómo Manhattan perdería un tercio de su terreno en el peor de los casos, o cómo la Albufera de Valencia, un espacio natural sin parangón en la península, se vería totalmente inundada. Con todo, ni Estados Unidos y Europa se llevarían la peor parte. Son los países asiáticos los que mayores problemas encaran: China, cuya gigantesca población vive en terrenos fértiles, bajos y fácilmente inundables, vería cómo más de 145 millones de personas se verían afectadas por el progresivo crecimiento de las aguas del Pacífico en caso de que las temperaturas subieran 4º C.
El aumento del nivel del mar, en imágenes

El estudio completo (realizado por Benjamin H. Strauss, Scott Kulp y Anders Levermann) se puede leer aquí. Se basa en dos previsiones: la optimista (2º C de aumento a corto plazo) y la pesimista (4º C). En ambas, grandes megalópolis se verían afectadas. Nickolay Lamm, artista visual, ha desarrollado imágenes en las que compara, de forma ficticia, qué sucedería en algunas de las urbes más emblemáticas del mundo, como Londres o Durban, de cumplirse las predicciones:

Londres

Nueva York

Durban

Shanghai

Bombay

Sídney

Río de Janeiro

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